Historia del Naturalismo en la Sierra de Grazalema

Antonio Barrosso Robles

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Antonio Barroso Robles

Desde muy antiguo, la Serranía de Grazalema, junto a sus pueblos y aldeas, ha sido recorrida y reconocida por numerosos hombres de ciencia (geógrafos, geólogos, botánicos,…) cuyas investigaciones y trabajos continúan siendo hoy en día las bases sobre los que se han cimentado investigaciones posteriores. A esta numerosa alcurnia se unieron naturalistas, antropólogos y sencillos viajeros románticos que fueron dando a conocer sus excepcionales valores humanos, culturales y ecológicos, sin olvidar los primeros caminantes y montañeros que describieron los muchos recorridos que serpean la Serranía de Grazalema.

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José Nicolás de Azara

 

 

En 1775 aparece un irlandés llamado Guillermo Bowles. Una vez retirado de la ocupación principal por la que fue traído al país, mejorar y verificar las explotaciones mineras, llevó a cabo un circuito de índole naturalista por un amplio territorio de la península, visitando varios pueblos de la sierra y dejando constancia de ello en la obra “Historia Natural de España.”

 

También Antonio Ponz (1725 – 1792), aprovechando un inventario de pinturas que le ocupó veintiún años, publicó “Viaje de España”, citando en una de sus páginas cuando alcanza el Puerto del Boyar “Desde Grazalema sé continua subiendo suavemente hasta lo más alto de la Sierra que llaman Puerto Boyal, y es uno de los mayores de Andalucía y surte de nieve a Cádiz y otros muchos pueblos”

 

Los aledaños de la Sierra de Ubrique fueron explorados en 1852,53, 1868, por el geólogo francés De Verneuil, quien recolecta elementos fósiles de ammonites, considerada como una de las mejores colecciones de la península Ibérica. Este geólogo lleva a estudio y posteriormente a publicación varios trabajos sobre geología y especialmente de la Serranía de Ronda, ocupándose en clasificar fósiles para otros geólogos, entre ellos el gaditano José Mac Pherson y Hemas nacido el 15 de Junio de 1839, famoso mundialmente por sus conocimientos geológicos y geográficos de la serranía. A él se debe los preliminares sobre la formación y constitución de la península Ibérica, publicando, en 1872, “Bosquejo Geológico de la Provincia de Cádiz”. A pesar de no haber tenido que pasar por examen ni poseer título académico alguno, José Macpherson se elabora, él mismo, sus planes de enseñanza y fue en su tiempo el mejor de su género sin lugar a dudas. Murió en 1902. En 1924 aparece Juan Gavala y Laborde (1885 –1977), ingeniero de minas y geólogo, también gaditano y natural del Puerto de Santa María. Gavala comenzó sus estudios geológicos en la Serranía de Grazalema, cuyos trabajos amplió al resto de la provincia. A él debemos la tan consultada obra “Descripción Geográfica y Geológica de la Serranía de Grazalema”. Llegarán otros ilustres como el Suizo M. Blumental (1927 – 1949), experto conocedor de gran parte de las Cordilleras Béticas Occidentales. Mas tarde lo hace Hoppe (1968), estudiando Ubrique y la Sierra de Grazalema y elaborando una brillante cartografía de toda la Serranía. También lo hace J. Bourgois (1971 – 81), que estudia la sierra de los alrededores de Ronda.

José Mac Pherson
José Mac Pherson

En los años 80 aparecen estudios de la provincia de la mano de A. Martín Algarra (1987), de la Universidad de Granada. Más recientes son las publicaciones de la Casa Velázquez, en concreto, el trabajo de Jean-Jacques Delannoy de la Serranía de Grazalema y Sierra de las Nieves donde describe la geografía, geomorfología y aspectos medioambientales. En 1991, en beneficio de esta ciencia aparece “Introducción a la Geología de la Provincia de Cádiz” cúyos autores, José Manuel Gutiérrez Mas, Agustín Martín Algarra, Salvador Domínguez Bella y José Pedro Moral Cardona, recogen en ésta indispensable obra las principales características geológicas de la provincia y con ella las de la Serranía de Grazalema, con notables láminas y fotografías.

De igual forma, la cubierta vegetal, atrajo a un notable número de distinguidos botánicos y naturalistas extranjeros, nacionales y andaluces que unas veces a pie y otras a cabalgadura, recolectaron, estudiaron e inventariaron la Serranía de Grazalema y otras sierras adyacentes, quedando reproducidas en notabilísimas publicaciones para los anales de la historia.

Parece ser que el valenciano Simón de Rojas Clemente y Rubio (1777-1827),.discípulo del naturalista, geógrafo y botánico Antonio José Cavanilles (1745 -1804), fue de los primeros que viajaron por la Serranía de Ronda y sus aledaños, desplazándose a Estepona (Málaga) donde es casi seguro que encontrase pinsapos, obviando que fuera una especie nueva para la ciencia. Este admirador de Andalucía dedicó gran parte de su tiempo a la flora y la agricultura de nuestra tierra, ensalzando en un discurso las grandezas que guarda nuestra región para la práctica de estudios botánicos.

Recorren las Serranía otros botánicos, entre ellos Máximo Laguna (1826-1902) quien mostraba una considerable preocupación por las formaciones forestales del país y por ende de Andalucía. Publica en 1.868 un artículo sobre el pinsapar de Ronda, “Efectivamente, el pinsapar se encuentra en un estado bastante malo, pero no desesperado; Si se deslinda, se amojona, y se construye en él, o en su inmediación, una casa donde puedan vivir dos guardas, es casi seguro que en pocos años mejorará notablemente”. Pero previamente es en 1836 cuando aparece por tierras andaluzas el suizo Charles Edmond Boissier (1810 -1885) quien en 1837 recorre la serranía de Ronda y descubre a los pinsapos, dando a conocer un año más tarde para la ciencia esta nueva especie de Abeto, (Abies Pinsapo Boiss), que junto a la publicación entre los años 1839 y 1845 de su “Viaje Botánico al Sur de España durante el año de 1837”, hacen de E. Boissier uno de los principales descubridores de la flora andaluza. Boissier es también autor de Flora orientalis, obra universalmente conocida en cuyos cinco volúmenes escritos en latin, realiza 11.681 descripciones de especies, formuló 131 géneros, 28 de ellos en colaboración con otros colegas, 5.990 especies, con 2.388 también en colaboración; entre ellas aparece la descripción del Abies pinsapo que encontró aquí, en Andalucía. Por sus estudios sobre la flora, fue reconocido en 1877 con el diploma de caballero de la Orden de Carlos III. Otros, como G. F. Reuter (1805 -1872), también recorren la sierra en busca de inéditas especies. De igual forma se cita a Eugéne Bourgeau (1813 – 1877) como buen experto recolector de plantas en Grazalema, a Elysée Reverchon (1850 -1914) al que se debe que muchas plantas recolectadas en Andalucía están representadas en casi todos los museos botánicos de Europa.

Edmond Buissieur

Edmon Boissier

Fruto de las investigaciones e inventarios de estos botánicos y del aporte de las reseñas floristas en la provincia y en concreto de la Serranía de Grazalema, el botánico jerezano José María Pérez Lara (1841-1918) publica en distintos artículos aparecidos entre 1886 y 1892 en los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, su obra Florula Gaditana, considerado el primer estudio extenso de la flora de la provincia.

Al estudio por la flora se consolidó el interés por sus masas forestales y las distintas asociaciones vegetales que crecen bajo y fuera de las diferentes especies arbóreas. Así en 1930, el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias, pública de la mano de dos jóvenes botánicos forestales, Luis Ceballos (1896 -1967) y Manuel Martín Bolaños (1897-1979), que recorrerían los montes y bosques de la provincia tomando datos durante los años 1.928-29-30, “Estudio Sobre la Vegetación Forestal de la Provincia de Cádiz”, abordando descripciones geográficas, climáticas, hidrográficas etc., continuando hoy día como referencia para todos aquellos profesionales y entusiastas del mundo forestal.

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Simon de Rojas

Años después, y completando los trabajos anteriores con muchos y nuevos nombres en la larga historia de la botánica, aparecen nuevas publicaciones sobre la flora de la Serranía de Grazalema: Rigueiro publica en 1978 el “Catálogo Florístico de la Serranía de Grazalema”. Le sigue el “Catálogo de la Sierra de Líjar en Algodonales”, por Aparicio y Cabezudo, en 1982. Ya en 1987 Consejería de Medio Ambiente, publica la “Flora del Parque Natural de la Sierra de Grazalema”, elaborada por dos prestigiosos botánicos, Abelardo Aparicio Martínez y Santiago Silvestre Domingo, acompañando la obra con magníficas ilustraciones realizadas por Gabriel de la Riva. Nueve años más tarde, en 1996, publican una obra añadida a la anterior con hermosas fotografías en la que describen, como comentan sus autores, la flora más selecta del Parque Natural de forma más divulgativa y didáctica.

Los naturalistas también subieron y bajaron estas sierras, se internaron en sus bosques para observar y estudiar la vida animal, escribieron y dibujaron en sus libretas de campo una y mil notas que después se verían refrendadas en varias de las publicaciones que conocemos en la actualidad. Igualmente, varios de los botánicos anteriormente señalados, también se ocuparon de recoger apuntes de las atrocidades que se cometían en aquella época, haciendo referencia principalmente a los bosques. Ceballos y Bolaños y anteriormente Juan Gavala en 1917, hacen un llamamiento del lastimoso paisaje que presentaba el pinsapar. En los años 30 visita el pinsapar el ilustre botánico Font Quer comentando “Lástima grande que los bosques de la Sierra de Ronda no sean protegidos por el estado como parques nacionales”.

Abel Chapman (1851-1929) y Walter J. Buck (1843 -1917) en su libro “La España Inexplorada”, en 1910, llevan a cabo varias excursiones a la sierra de Grazalema y en su incursión al pinsapar escriben “El Árbol posee una personalidad singular. Aunque se vea un espécimen creciendo casualmente como una picea, sin embargo su tendencia natural es a aplastarse en la horquilla principal de donde brotan tres, cuatro, incluso una docena de retoños independientes, todos con igual vigor, y formando otros troncos verticales distintos que dan lugar a seis u ocho pinsapos separados que nacen de una base común”. Pero sin duda, lo que más llama la atención de estos naturalistas son los apuntes de carácter ornítico en los que recogen la existencia de nidos de Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) en las cercanías de Benamahoma y en la Garganta Verde.

La Serranía desde hace muchos años y desde su creación como Parque Natural Sierra de Grazalema, se ha visto favorecida por una buena serie de naturalistas que con sus equipos modernos de fotografía y nuevos elementos para la observación de la vida animal nos hacen llegar por medio de sus actividades la rica fauna alada y terrestre que habita en la sierra, destacando publicaciones en revistas especializadas y otras en ilustrados libros. Tal es el caso de Julio José Ceballos Benito, experto naturalista en temas ornitológicos, que con sus artículos y publicaciones describe la amplia variedad de aves de la sierra y que en 1992, junto a otro espléndido naturalista Víctor M. Guimerá O´Dogherty, publican la “Guía de las Aves de Jerez y de la Provincia de Cádiz” con buenas fotografías y láminas a color de las especies nidificantes. Le sigue “Guía de las Rapaces del Parque Natural” de la mano de otro ducho naturalista gaditano, Javier Rodríguez Piñero quien publica en 1996 “Mamíferos Carnívoros Ibéricos.” David Barros Cardona, junto a David Ríos Esteban presentan “Guía de las Aves del Parque Natural Sierra de Grazalema”, destacando sus maravillosos dibujos de la mano de Juan Manuel Varela Simó, autor, asimismo, de los que ilustran los paneles que encontraremos en varios de los itinerarios que se describen en la presente obra. Otros naturalistas y ornitólogos recorren la sierra tomando notas y bellas fotografías de la vida animal. Carlos Bel Ortega y Agustín García Lázaro publican en los comienzos de los 90 en la colección Guías Naturalistas de la Provincia de Cádiz, tomo II, “La Sierra Norte”. Fruto de un arduo trabajo de campo en el que describen una veintena de recorridos, profundizan en todos los aspectos naturales, describen las características de la sierra norte y las unidades ambientales y ecosistemas. Constituye, sin duda el mejor trabajo realizado desde la vertiente naturalista, dejando bien claro sus objetivos en esta breve reseña:

Ha sido nuestra intención al entretejer la Sierra Norte de Cádiz con estos itinerarios dártela a conocer sin prisas, despacio, con la calma y curiosidad que animaba a los primeros viajeros, con la paciencia que empujaba a los antiguos naturalistas que la recorrían herborizando, observando las aves, tomando muestras de rocas, dejándose en suma, cautivar por la sierra”.

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Jose Mária Pérez Lara Jiménez

Viajeros, poetas, románticos como el inglés Richard Ford (1796-1858) que viaja por Andalucía y pasa por la serranía de Grazalema en su viaje de Ronda a Jerez llegando a Grazalema y pasando por Benamahoma de la que hace una descripción somera “Es una aldea toda rodeada de arroyos y jardines”.

En cuanto a trabajos de famosos antropólogos queda para la historia la obra “Los Hombres de la Sierra” (1954) de la mano de otro inglés, Julián Pitt Rivers. Nació en Londres en 1919 y falleció el 12 de agosto de 2001 en Fons par Figeac, Francia. Llegó a Sevilla interesado por el anarquismo andaluz y eligió a Grazalema como población para llevar a cabo sus meritorios estudios. Durante su estancia en esta población entre los años 1949 y 1952 se integró de lleno en la sociedad rural donde llevó a cabo un estudio de antropología social que hoy día continúa siendo un verdadero manual sobre los pueblos de la sierra. Julio Caro Baroja también fue otro antropólogo que vino a estas sierras y que visitó a Pitt Rivers en la casa que ocupaba en la Ribera de Gaidovar.

El 7 de Febrero de 1937, el poeta Pedro Pérez Clotet (1902 -1966) nacido en Villaluenga del Rosario, en su entrada en la Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes pronuncia un discurso:

“la mayoría de nuestros gaditanos desconocen esa brava sierra, que en nuestra provincia se riza antes de confundirse en la tierra malagueña. Esa sierra que nuestra provincia, tan rica y tan variada, de tan espléndida geografía, después del encanto de su mar y sus pueblos litorales, después de ubérrima campiña jerezana, como para que hubiese un muestrario completo de paisajes, levanta antes de morir, con sus altas laderas y nevadas cumbres, con sus blancos y pintorescos pueblecitos caídos como livianos dados sobre el áspero tablero de sus laderas”.

Dos hermanos, José y Jesús de la Cuevas, llevaron a cabo durante los años 70, diversos trabajos monográficos sobre los pueblos de la Sierra de Cádiz, en los que nos cuentan su historia, costumbres, personajes, anécdotas y un buen número de pasajes que encierran estas localidades serranas.

Antonio Ponz

No podría olvidar el interés que también ha suscitado entre excursionistas y montañeros la Serranía de Grazalema, más aún, siendo la descripción de algunos de los itinerarios que en ella pueden realizarse uno de los motivos de este trabajo.

La Sierra ha sido la escuela en la que se han formado varias generaciones de montañeros, cuyo interés se ha desplazado más adelante hacia montañas más lejanas. En el otoño de 1953 un reducido grupo de entusiastas del mundo subterráneo se reúne con intención de formar un grupo espeleológico. Esta idea no se materializa hasta el 14 de Julio de 1954, creándose la Sociedad Jerezana Espeleológica Montesinos. Numerosos socios dejaron plasmados entre los años 1953 y 1958 sobresalientes capítulos en la Espeleología andaluza por sus exploraciones a distintas simas y cuevas de la serranía haciéndose eco de sus actividades la prensa local y regional, destacando entre sus componentes más activos: Alfonso Patrón, los hermanos Luis Pedro y Alfonso Ysasi, Antonio Moral, Diego Toscano, Tomás Cafranga, Antonio Casas, Juan Carretero, Cristóbal Díaz y muchos más que dejaron bien alto el listón de la Ciencia Espeleológica. Mas tarde, concretamente en Abril de 1966 se crea el Grupo G.E.X.. Poco después nace un nuevo grupo con el nombre de G.I.E., tras varios años de trabajar en paralelo acuerdan fusionarse, dando lugar al actual grupo G.I.E.X (Grupo de Investigaciones Espeleológicas de Jerez). resaltando por sus actividades de divulgación y aportes a la ciencia del mundo subterráneo.

En el año 1955 ya se tiene constancia de la existencia, junto a los amantes de las exploraciones subterráneas, de un numeroso grupo de excursionistas y montañeros que más tarde, en el año 1959, fundarían el Club Jerezano de Excursionismo, que también hacía de estas montañas el lugar ideal donde llevar a cabo numerosas travesías y ascensiones. Once años más tarde en el mes de Enero de 1970, varios montañeros jerezanos, entre los que destacan: J. Agüera, J. Vega, J. Fernández, Manuel Gil, J. Belmonte, Salvador de la Barrera, Julio Ruiz, Angel Villanueva, Francisco del Águila, Joaquín Fabregat, L. Vazquez, y M. Aliaño, dan vida al Club Montañero de Jerez al que se añadirían nuevos socios como; Juan Manuel González Montero, Faustino Rodríguez Quintanilla, José Manuel Amarillo Vargas y muchos más que dan el nombre que ostenta en la actualidad: Club Montañero Sierra del Pinar. Sobresale por sus actividades deportivas y jornadas divulgativas en pro del montañismo, deporte incomprendido en el panorama social de aquellos años y que Manuel Gil Monreal a través de sus conferencias, libros y artículos se encargaría de engrandecer.Y por supuesto no quiero dejar en el olvido a Emilio Rosales que tanto dió a conocer la Serranía de Grazalema y con el que tanto disfrutamos con sus imágenes.

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Jean-Jacques DelannoyJean Jacques Delanua

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Por otro lado, los aficionados a este tipo de actividades de alguna forma exigen el conocimiento del medio natural que le rodea. Ya en 1901 Antonio Poley Poley en sus estadísticas daba erróneas las alturas a varias cumbres de la Sierra, otros lo hacían dándoles nombres cambiados a la toponimia del lugar e incluso con datos falsos de quienes fueron sus predecesores. No obstante, la falta de información y la ignorancia del tema no sólo es achacable a aquellas fechas, si no que todavía podemos leer en muchos artículos en revistas y libros de ámbito estatal, e incluso blogs y páginas web cómo se le da crédito a tan graves errores en este aspecto.

No quisiera terminar esta sencilla descripción sin antes reconocer que son muchas las personas que llenaron y continúan describiendo la Serranía de Cádiz, la lista sería interminable. Desde aquí quisiera tener un tremendo afecto por aquellas personas que dedican gran parte de su hacer a estudiar y corresponder a la naturaleza el respeto que merece, destacando los valores humanos que muy mucho llenan la serranía.

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Publicado el marzo 27, 2014 en Uncategorized y etiquetado en . Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.

  1. El retrato que atribuyen a Guillermo Bowles es de José Nicolás de Azara.
    y el nombre correcto del pie de foto del botánico es E. Boissier.
    Saludos

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