.
A finales de junio, los mozos y mozas de Grazalema tomaban las calles para celebrar su fiesta. La Fiesta de los Columpios. Esta fiesta se celebraba en varios pueblos de la serranía como El Gastor, Ubrique, Benaocaz, Villaluenga del Rosario, o Benamahoma; probablemente desde la conquista cristiana de dichos pueblos a finales del siglo XV. Algunas localidades hacían los columpios en Navidad, otros en Carnaval, o el día del Corpus.
El trasiego de personas, el buen tiempo, y la finalización de las tareas agrícolas y ganaderas, contribuían a que ese fuese un día ideal para la fiesta, que discurría entre la alegría de las canciones y los juegos de los mozos, como refleja esta copla, no exenta de cierta crítica social y que reflejaba un crimen pasional que ocurrió durante la fiesta de los columpios del año 1885.
Día de San Juan Alegre
que tristeza para mí,
que el novio que yo tenía
me lo mató un guardia civil
.
En una sociedad en la que hombres y mujeres formaban parte de dos mundos heterogéneos y distintos, completamente ajenos entre sí. En la que se sentaban separados en las Iglesias, o en la que no podían siquiera mantener conversaciones entre ellos, sin caer en la sospecha de los demás; no es extraño que los jóvenes de ambos sexos necesitaran de algún rito o forma de acercarse a la vista de la comunidad, para entablar amistad con fines de noviazgo.
Este era el fin de la fiesta de los columpios, que propiciaba los primeros contactos entre los jóvenes y en los que se podían insinuar afectos y preferencias a través de los cantos que acompasaban las “columpiás”, como reflejan estas coplas.
Me gusta el nombre de Pepe
porque se apega a los labios
y el de Antonio no me gusta
porque no se apega tanto
–
De lo más alto de cielo
cayeron nueve claveles
tres Franciscos y tres Juanes
y tres divinos Joseles
Los columpios se montaban por los mozos en las calles del pueblo, amarrando a las rejas o balcones de las casas, una soga gruesa que atravesaba la calle de lado a lado. Para evitar la rotura de la cuerda se enrollaba con trapos humedecidos los cabos que sufrían el rozamiento con las rejas. Rotura que podía provocar cuando menos una aparatosa caída.
–
En el columpio yo estoy
contento y con alegría
si la soga se partiera
del suelo no pasaría
–
Se montaban columpios por todo el pueblo, en la antigua calle Hospital, en la calle Nueva, al comienzo de la calle Las Piedras, y otros más pequeños para la chiquillería como el de la calleja del Perdón que de ordinario eran excluidos de los columpios, como refleja esta canción, que igualmente servía para señalar la salida de quien ocupaba el columpio.
–
Eres más chica que un huevo
y ya te quieres casar
anda y dile a tu mare
que te enseñe a remendar
los carzones de tu pare
–
También se utilizaba esta copla para poner fin al turno de columpiarse
.
La despedía te he hecho
por encima de una teja
que no hay niña mas bonita
que la niña la mondeja
.
El columpio más espectacular era el que se montaba en la calle Nueva a la altura de su número treinta. En estos columpios más grandes, se ataban otras dos cuerdas cerca de los extremos, del que tiraban dos mozos de forma acompasada para poder mecer el columpio mejor, que de esta forma podía alcanzar una altura considerable.
Dale las columpiás grandes
que te quiero ver las ligas
y te quiero retratar
de la cintura pa arriba
–
Allá arribita arribita
Hay un gato cenando
Se le apagó la candela
Y se quedó tiritando
–
Los cuatro versos de que se componía cada copla, marcaban el tiempo en el que la moza podía columpiarse, si bien a veces se repetía el último verso para prolongarlo. Solían formase coros que cantaban una copla y que eran replicados por otros mozos, algunas veces con puyas o reproches que podía llegar a constituir verdaderos concursos de ingenio, como el que se refleja en la siguiente copla y en su réplica:
.
Voy a cantar por servirle.
Del cielo cayó una rosa
dime usté amiguita mía
si se le ofrece otra cosa
–
Otra cosa se me ofrece
que se lo voy a decir
que ese novio que usted tiene
nunca me ha gustao a mi
–
Si le gusta o no le gusta
Eso no es gusto de usted
Que ese es un gustito mío
Y de mi padre también
–
Otras veces las coplas manifestaban el despecho, o el enfado público entre novios, como en la que sigue:
–
Si tu tuvieras vergüenza
y estuvieras en tus cabales
no te acercabas a mi puerta
ni cruzabas mis umbrales
.
Te pones en las esquinas
a darle planta al sombrero
Y todo el mundo lo sabe
que es verdad que no te quiero
–
Eres uno y eres dos
eres tres y eres cuarenta
eres la Iglesia Mayor donde todo el mundo entra
todo el mundo menos yo
.
En la mayoría de las ocasiones, la coplas manifestaban públicamente un piropo:
.
Eres mas bonita niña
que la nieve en el barranco
que la paloma en el cielo
y la azucena en el campo
.
Eres chiquita y bonita
eres como yo te quiero
eres la mejor naranja
que llevan los naranjeros
.
Otras veces declaraban el amor o la preferencia de quienes se columpiaban:
–
La niña que está en la bamba
se le ha caído el volante,
no lo quiere recoger
porque está el novio delante
–
De San Juan quiero la palma
de San Francisco el cordón
de Santa Rita la espina,
de mi amante el corazón
.
Suspiritos menuditos
salen de mi pecho triste
y se mecen en el tuyo
como granitos de alpiste
–
Era costumbre visitar todos los columpios que se ponían, acompañando a aquellas mozas y mozos que mejor cantaban como Faustina Ruiz, madre de Luis Ruiz y que de esta forma animaban los corros que se formaban. Al final se solía terminar con un paseo y merienda por la Ribera.
–
Cuando vayas a bañarte
si encuentras el agua fría
no maldigas esa agua
que son lagrimitas mías
–
De tu ventana a la mía
me tirastes un limón
el limón cayó en el suelo
y el zumo en mi corazón
.
Las estrellitas del cielo
se cuentan y no están cabales
porque faltan la tuya y la mía
que son las mas principales
.
La niña que está en la bamba
la que tiene el delantal
es la novia de mi hermano
pronto será mi cuñá
.
Juan Antonio Alberto Menacho, recuerda como tras la fiesta de San Juan, los mozos acudían por la tarde a «Sanjuanearse», a los columpios que se montaban en distintas fincas de la Ribera como en la «Calderona», en la «Venta Palomo», en el «Huerto Fermín» o en «Los Alamillos», donde se colgaban de los árboles mas grandes como nogales, cerezos o castaños. Allí las «columpiás» se acompañaban también por los sones de un acordeón, como el que tocaba el » Maestro Chiriguay» que se solía contratar por los concurrentes para amenizar la fiesta y bailar.
.
La fiesta de los Columpios se celebró hasta los años cincuenta del siglo XX, en la que cayó en el olvido, fruto de una sociedad que comenzaba a liberalizar las formas de comunicación entre hombres y mujeres y a superar la idea que reducía sus relaciones al ámbito de un futuro noviazgo.
.
Durante el año 2.006, la profesora de la Universidad de Cádiz María Jesús Ruiz recopiló la mayor parte de las canciones que hemos transcrito de las grazalemeñas Lucinda Pérez Soto, Catalina Dianez Menacho, Dolores Menacho Peña, e Isabel Diánez Chacón y que hemos ampliado con las que recuerda Isabel Salas Organvídez.
.
Una gota de cultura , que se daba por perdida y solo quedaba en la memoria de nuestros mayores ha sido recuperada por nuestro paisano con la ayuda de otras y otros vecinos. Una maravilla olvidada y rescatada, que por el tesón y trabajo de Diego , de la afamada Familia de los SALAS , ahora todo el pueblo de Grazalema disfruta.